Tormenta
Ayer hubo tormenta. Después de varios meses los rayos alumbraron el cielo que me cobija. Y los truenos retumbaron por el valle. Luego llovío.
En teoría eso no tendría mayor importancia, pero hacía tanto tiempo que no veía ese espectáculo que me maravillé del profundo sonido y de la luz destellante.
Hoy las pocas hierbas que han empezado a salir, lucen verdes y brillantes. Estas lluvias amenazan mi jardín. Tendré que emplearme a fondo para cortarlas dentro de unas semanas. Por contra los frutales, los paraísos, las arizónicas y los rosales disfrutan de un riego natural que les limpia el polvillo arcilloso que se acumula en sus hojas.
Por cierto, ayer cumplí un año más. Y la tormenta me recordó que la vida se renueva día a día. Que el compromiso de vivir aún lo tengo firmado y en funcionamiento y que, en general, el cielo es azul.
La foto me ha gustado y la tomo prestada, con permiso del autor.
La ciudad, Málaga, es la patria de mi cachorro mayor. Mi boqueroncito querido...
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