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casiazul

Estancias

Estancias

Hay pieles a las que una se puede acostumbrar.

La piel del ser amado es una de ellas.

Sentir el calor, palpar las irregularidades,

buscar el hueco justo

en el que reposar la cabeza.

Hay huesos a los que una se puede aferrar.

La cadera que se sujeta contra la cadera,

el cúbito y el radio que aferran costillas y columna.

Hay carnes que una se acostumbraría a devorar

si no tuviese miedo a la antropofágia

y manchar el suelo con sangre tan difícil de limpiar...

Hay cosas a las que una se acostumbraría con facilidad.

Por ejemplo, a amar...

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