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Memorias de amor

Me dicen del amor

Me dicen del amor

Con casi dos meses de retraso, os deseo un nuevo año de vida. En tiempos se decía feliz, ahora, con que sea ya es suficiente.

Tal vez me deje llevar por el desánimo, pero, amigos, es lo que hay.

Hoy, 23 de febrero de 2015, la mañana duda entre el nublado y el sol radiante. Yo dudo entre desearos feliz años o que no nos pase nada con la que está cayendo.

Pero, en el fondo, siempre están lloviendo piedras, ¿verdad?

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Comienza el año con la nostalgia de lo que se fue,

con el miedo indefinido de lo que no sabemos si será.

La música llena el salón, atractiva, violenta,

como ese amor que se recuerda, lejano, intenso.

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Veo sus sentimientos transparentarse en sus gestos. Escucha atento la música que él mismo ha elegido, a cambio de los valses tradicionales del primer día del año.

La chimenea crepita suavemente, el sol entra por la ventana. Sus manos llevan el compás y sus ojos ven lo que no está a su lado ahora. Esa persona que ya se apartó de su camio, con determinación casi suicida.

No puedo averiguar cual de ellos es, pues hay más de uno, más de dos. Sé que algún fantasma le está atormentando con su presencia.

Me acerco a él, le toco suavemente la espalda, para que regrese a este mundo, para que mis fantasmas se alejen también de mí.

Me mira, y sus ojos son espejo de los míos.

LLoramos abrazados, no sabemos por qué.

Miento, sabemos de sobra porque lloramos el primer día del año.

La tristeza ha podido con nosotros. Esa tristeza amarga que se quita el velo  para mostrarnos lo que no seremos jamás: almas satisfechas, corazones tranquilos.

Nos queman los recuerdos, nos queman las saladas lágrimas.

Por un instante nos miramos y una tímida sonrisa se dibuja en nuestras caras, de nuevo un reflejo de espejo.

- ¿Por qué lloramos?

- No lo sé.

- Feliz año nuevo.

- Feliz año nuevo, mi amor.

Y comenzamos el año con un abrazo, de esos que no tiene tiempo ni lugar, que no tiene necesidad de palabras para empezar y para terminar...

 

 

Luna roja, simbolismo de guerra. La vida sigue siendo una lucha. Ganemos la batalla, dado que la guerra la tenemos perdida, sin duda.

Besos de otoño

Besos de otoño

Besos fríos, desabridos,

con olor a seta húmeda, amarillo y viento.

Besos escondidos detrás de la chimenea, 

esperando al diablo que los quemará en su chispa anaranjada y su risa cruel.

Besos que no llegan, porque no está escrito en su destino

acariciar la piel suave de los labios, la piel fría de los pechos.

Besos ocultos en el silencio de los álamos casi desnudos, 

azotados por el viento y la lluvia del olvido. 

Besos que son pensamiento fugaz en una punzada de dolor. 

Besos que llegan enmarcados en fríos imposibles.

Besos que no llegaran a su destino, 

porque el destino o el hombre, nunca se sabe, 

son incapaces de hacerselos llegar

a la piel huerfana y herida,

que espera, paciente, hacer realidad sus delicados sueños.

17 de julio

17 de julio

Hoy, 17 de julio, es el cumpleaños de dos personas a las que conozco un poco y de las que desconozco mucho.

Una es un muchacho pelirrojo, ya entrando casi en los 30, supongo. Un niño que fue tan especial para mí como lo pueda ser cualquier otro, pero que por su forma de ser, por su corazón enorme y sus nervios acelerados, me enseñaron que el amor tiene muchas formas de presentarse.

Quise a ese alumno como pocas veces he querido a un niño que no haya sido mi hijo.

La otra persona es un buen amigo, del que hace tiempo no se nada o casi nada, salvo vagas referencias de amigos comunes. Pero sé de su cumpleaños porque coincide con el de mi alumno pelirrojo. Él está entrando en los 70, asi que media entre ellos "toda una vida", que yo me pasaría con ellos...

Los recuerdos tienen esta manía de no alejarse demasiado de mí. Los recuerdos me van invadiendo cada día un poco más. Cuanto más vivo, mas materia para los sueños tengo. Mas carnaza para el sentimentalismo barato que me aqueja ultimamente...

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Mañana tambien cumple años, en el recuerdo, mi padre.

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Y entonces voy y me ofrezco para hacer un campamento de verano con los niños del pueblo. Un campamento casero, en el colegio. ¡No tengo escarmiento!

Pensándolo fríamente, el problema que tengo encima es serio: no puedo dejar a los niños, son mi droga, como los perros. Así que la idea de estar con ellos unas semanas más no me dasagradó en su momento. Y ahora la actividad es tan lúdica, tan agradecida, que ellos disfrutan y yo más.  Es la traca final, los fuegos artificiales del final de la fiesta, del final del año, del final... Con esta pequeña "espantada" lo dejo, definitivamente.

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Estoy segura de que si miro en otros meses de julio, en otros años, esta entrada se habrá repetido más de una vez, pero no voy a hacerlo.

La vida se forma con muchas pequeñas rutinas. Recordar estos días  de "cumplevidas" es una más. Rutinas como las que me hacen levantarme todos los días y moverme por el espacio sin tropezar. El tiempo que dedico a los perros, a las personas, a todos menos a mí...

Tendré que empezar a soportarme, me temo...

 

La pequeña Arwen, el año pasado, por estas fechas, más o menos, llegó a casa. Ahora es una cachorrona ingobernable, hiperactiva, como mi pelirrojo... ¡Cosas que pasan!

 

 

 

 

 

A veces se cumplen años

A veces se cumplen años

Despues de mucho tiempo sin pasearme por estos lares, descubro asombrada una publicidad de lo más indeseada. No sé como voy a quitarla, pero como no pueda y esta página haya cambiado tanto que se haya convertido en un lugar público y expuesto a cualquier tipo de publicidad, me iré por donde vine...

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Y llegará el día de mi cumple. Un día muy especial. El día que más de los tres cuartos de mi vida se habrán cumplido. El día en que oficiosamente me pueda jubilar. El día en el que entre en los 60.

No quero vivir demasiado. No quiero ser un engorro. No quiero vivir "Arrugas". Pero lo que yo quiera no tiene nada que ver con lo que la vida se haya propuesto hacer conmigo.

Hasta aquí no se ha portado mal del todo. Podría heber sido mejor, para qué dudarlo. Pero también podría haber sido infinitamente peor.

A esto le llamo positivismo. 

Las cosas van duras, difíciles en estos tiempos. Tal vez llueven piedras de Loachs, pero tambien florecen los lirios del valle. Tal vez los Girasoles no son tan rusos y yo no soy la Loren ni mi amante Mastroniano, pero el viento se desliza entre las flores y el efecrto mariposa se cumple rigurosamente.

Sayonara, beybe...

 

A veces se cumplen años con numeros muy significativos. A veces los intentas celebrar lo mejor que puedes...

Este es el año de los 60. Este es el año en el que dejaré atras el madrugar, el considerar el 31 de agosto com el final del año y el 1 de septiempbe como el primero de enero... Así ha sido mi sistema de medición durante 37 años. Me va a costar ser "normal", aunque tampoco mucho, pues nunca he sido muy normal que digamos...  

Ando preparando mi futuro más próximo.

He llenado mi casa de perritas jovenes y fuertes, de invitados perrunos de hijas que se han ido. De mesticito chico y gracioso...

Mis amores más intensos han muerto ya, victimas de la edad, las enfermedades y la violencioa del poder... Lo inevitable también ha participado en su ausencia.

Repaso sus nombres,los más lejanos, los humanos y los animales mezclados en mi corazón. Los buenos y los malos. Los amores y los odios. Los que me complacieron y amaron y los que me abandonaron después de haberme odiado...Un tremendo ataque de estornudos alérgicos me está machacando mientra escribo...

En junio, cuando todo esto acabe... Cuando el tiempo sea mío realmente, desde el momento en que nací... Cuando sea dueña de mis días y mis noches... ¿Qué haré?

Os lo contaré. Si no puedo en este blog, que arrastro dede hace años, será en otro al que os invitaré encantada.

Ahora solo espero que el 7 de Abril de 2014 llegue a cumplir mis 60 año de vida sin grandes sobresaltos.

Estaís invitados a visitrame ese día aquí o al facebook (poneís Pilar Muñoz y a buscarme... ) A ver quien me encuentra...

Besos, amigos, besos con sabor a despedida temporal... Porque ¡volveré!

 

Farah, mi amada Farah

Dias de lluvia, luvia, lluvia.

Dias de lluvia, luvia, lluvia.

Parece ser que siempre nos quejamos de lo mismo: de todo.

He encontrado un precioso libro en el que a los protagonistas todo les agrada. Y eso ya es una novedad.

El libro se llama, curiosamente, como sus personajes: "Los Meagrada".

Evidentemente son marcianos. Y, evidentemente, es un libro infantil.

En la Tierra hay muchas cosas bellas. Pero parece ser que nada nos agrada. Tienen que venir unos marcianitos de lo más curioso para enseñarnos esas cosas tan hermosas y simples que están delante de nuestros ojos y que no vemos.

Solo nos quejamos: yo me quejo, tú te quejas, ellos se quejan, vosotras os quejabáis... En fin toda la conjugación del verbo quejarse, del derecho y del revés. 

Y la del verbo protestar, del denunciar, del gritar, del gruñir... Todos los verbos negativos, violentos, arteros...

Hoy yo me quejo de que llueve, de que lleva lloviendo días y días. De que esta mañana lucía un precioso sol y ahora empieza a nublarse y dentro de unas horas caerá la lluvia y me fastidiará el paseo.

Sí, me quejo. ¿Algún problema?

Pues debería ver las nubes como enormes almohadas para los sueños más hermososo y húmedos del mundo. Pero las veo como fuentes interminables de granizo y agua...

Que ayer escuché, sin llegar a ver, a las grullas. Y que, cámara en mano, intenté ver lo oculto del cielo, fotografíar el sonido de sus gargantas largas y bellas... Pero solo hice una foto a Casper, cual fantasma hecho carne y pelo y huesos. Bueno, todo eso en pequeñito, porque Casper es muy pequeñito. Aunque ha engoradado un poco, que para él es mucho: Un kilito...

Dias de lluvia que nos impiden salir a correr, a bebernos el sol en los dolidos huesos de Pachi y en mis dolidos recuerdos de Frodo. Días de lluvia que me arriman a la chimenea y a los libros, pero que me impiden respirar el aire que anuncia la primavera, ya no  tan lejana...

De todo un poco: dos meses y seis días de su marcha...

Dias de lluvía intermitente, impertinente...

Por cierto, os recomiendo su lectura inmediata. No todo lo que pone "para niños" es para niños...

 

Pequeño

Pequeño

Casper es pequeño. La antítesis de Frodo.

Casper me lava las orejas, me lava la cara y el cuello y, si me descuido, me chupetearía la boca encantado...

Casper, de vez en cuando se estira apoyado en mi pierna, mirandome con sus ojitos pícaros.

Casper es, ahora, el rey de la casa.

Acomañó a Frodo en sus ultimas horas, hecho un ovillito en la equina de mi cama. Frodo ocupaba el resto. Y yo me arrodillaba a su lado para acariciar su enorme frente...

Hace, ahora mismo, en estas horas del último sábado del año, 15 días de su partida.

No es casualidad que escriba, pues, en este blog hoy y a estas horas... Es mi pequeño homenaje al gran perro que se me fue despacito, caminando entre sueños, hacia su propio paraíso.

Para Frodo ya no hay problemas, frio o calor, hambre o saciedad, caricias o broncas... No hay gatos inaccesibles ni ruidos insoportables. No hay cálidas mantas en el suelo o frío cemento en la perrera...

Para mis manos y mis brazos ya no hay un enorme cuello al que abrazarme. Para mis piernas ya no hay una enorme cabezota que había aprendido a meterse entre ellas para ser abrazado con todo mi cuerpo, casi hasta perder el equilibrio. Para mi corazón ya no queda ese corpachon al que transmitía mis temblores más tristes y mis estremecimientos de alegría o de dolor... Pero me queda el pequeño fantasma... que no es lo mismo, pero a su manera, a su manera... me transmite con su mirada una alegría extraña, una complicidad chiquitita, como es él...

Comienza un año más. Pero esta vez, despues de ocho, un año sin él.

Será un año un poco vacío... Frodo era mucho cuerpo y mucho amor... Nadie ocuprará su lugar. No pueden, ni bestia ni hombre, tapar su presencia...

 

 

 

El cazo de Lorenzo

El cazo de Lorenzo

A veces cosas tan dispares como la magnífica musica de una magnífica película y un libro tierno y triste a la vez, hacen que ver y escuchar se conviertan en un pequeño placer, minúsculo, como saborear una fresa empapada en azúcar o besar a un niño que llora en los ojos para secarle las lágrimas saladas y transparentes...

http://www.youtube.com/watch?v=_-XB7_0yL8g

Cansancio

Cansancio

A veces le miro a los ojos...

A veces le abrazo...

A veces lloro quedo junto a él.

Su cansancio es mi dolor.

Su dolor mi amargura.

Decae lentamente

y a mi me falta el valor 

para decirle adios...

A veces quisiera

saber hacer milagros,

pero dado que no existe Dios,

le miro a los ojos, a veces,

y me quedo a su lado.

 

 

 

Los ojos de Frodo ayer...

De padres y ratones

Los padres, esos desconocidos...

A veces recuerdo al mío, muerto hace ventidos años. Mi pobre padre, al que he ido conociendo cada vez más cuantos más años han ido pasando desde que se fue...

Mientras que a mi madre jamás la conoceré lo suficiente, ni viva ni muerta, me sospecho, a mi padre le entiendo ahora más que cuando estaba vivo y dando la "vara" un día sí y otro también.

Supongo que son gajes vitales... El arte de vivir.

Ando mediando entre padre e hija... mal papelón éste de madre gallina clueca que me he impuesto, por carácter, por obligación, por pasión... por que no me queda otra, porque no sé hacerlo de otra forma. 

Debe ser difícil eso de ser padre todo el tiempo.

Responsabilidades, obligaciones, malas contestaciones, desobediencias, descontroles varios.

Y eso que los padres de ahora no tienen ni la mitad del sentido común que tenían los padres antes. ¿O era autoridad? Ya no me acuerdo.

Veo tanto padre irresponsable, que el de mis hijos, el hombre al que amé tanto, me parece ahora un ejemplar a extinguir, aunque a veces diga que tira la toalla. Yo sé que no es verdad. Él también lo sabe. Mientras haya un aliento en nuesta boca será para decir: "Hola, hijo; hola, hija ¿en que te puedo ayudar?

Feliz día del padre, M,... aunque no leas esto, que lo tuyo no es la informática...  

Feliz día del padre, padres perdidos y hallados por el mundo... Porque detrás de una madre siempre hay un padre, no lo olvidemos, aunque sea un padre desconocido, como el soldado sin nombre...

Cuestión de edad

Cuestión de edad

Ayer tuve el placer de escuchar a un mito vivo. Un anciano venerable, con fuerzas para estar en el escenario más de tres horas susurrando con su grave voz las canciones nuevas y las viejas... Sus intentos frustrados de bailar eran una parodia de alguien que quiere y no puede transmitir toda la fuerza de sus canciones. Pero pese a ello, pese al temblor de sus piernas y a sus salidas del escenario casi airosas, como un bufon-bailarín, parodiándose contantemente a sí mismo, lo consiguió. Se pusó al publico en la palma de la mano. Todo el Pabellón de Deportes de Madrid levantado para rendirle, seguramente, el primer y ultimo homenaje que le dio la mayor parte de los presentes: ni lo habíamos visto antes ni lo volveremos a ver después. Él es Leonard Cohen. Una serie de canciones bellísimas, magníficamente instrumentadas, con un coro femenino y unos instrumentistas en estado de gracia, que se dice. La música es tan elegante como su presencia, todo un caballero que utiliza su sombrero para dar las gracias al mundo. La verdad es que superó mis espectativas.

Tal vez yo no sea crítica de música (no lo soy, por supuesto) pero dado que ni papa de inglés, no entendía más que frases y palabras sueltas; pese a todo esto me llegaron al alma algunas de sus canciones. La emoción, el sentimiento que trasmite la buena música no necesita de traducción.

Todo un placer que raramente se da en estos días.

Y eso que las entradas eran un regalo para el marido, al que yo sólo llevé, sin esperar mucho del concierto. Él disfruto, pero yo más, pues fue como un regalo sorpresa para mis oidos y un bálsamo a mi corazón dolido aún por la desaparición de Farah, que estaba presente, con su ancianidad y sus movimientos descoordinados, en ese recinto lleno de vida y de sentimientos desbordados al final de la actuación, con la gente emocionada y abrazándose... Las canciones de amor es lo que tienen: te recuerdan que aún puedes sentirlo, tengas los años que tengas y esté donde esté tu amor depositado...

 

Uno más

Uno más

Hay un tiempo en los que el reloj, en una se sus vueltas, cae en una hora determinada: siempre la misma de ayer a estas horas...

Hace 58 años, hace toda una vida, me puse en camino.

Para llegar hasta aquí. Hasta este punto exacto en el tiempo y el espacio...

En el camino, a veces sólo el azul del cielo me ha bastado para ser feliz.

Otras veces he necesitado de lo posible y lo imposible para serlo. No siempre se consigue, como bien sabéis.

He compartido mi corazón y mi alma y mi cuerpo con los amores de mi vida.

He tenido la suerte de amar y ser amada.

Y, aunque a veces me puede la tristeza, me levanto y vuelvo. Y miro y amo...

No sé a donde voy ya, ni lo que quiero a estas alturas. Casi nunca he sabido nada de nadie, ni de mí misma. Muchas veces no he querido saber. De eso seré juzgada, estoy convencida. De pasar de puntillas por algunas cosas.

He preferido ignorar para no sufrir. Aún así no me han dejado sola y muchas veces, sin embargo, me he sentido demasiado sola. Y he sufrido sin querer.

Pero he compartido el amor, las buenas comidas, los bellos paisajes, el arte, la literatura, la música, el amor a los animales y a los seres más irracionales del mundo: los hombres y las mujeres.

Hoy me siento un poco menos sabia que ayer, pues raramente consigo aprender algo. Pero intento que no se note... Prefiero no saber... Prefiero amar.

Puedo decir que he tenido una buena vida, con sus altibajos. Y que de aquí a la eternidad ya me queda menos camino por recorrer.

No sé en cuantas piedras tropezaré y cuantas veces me caeré.

Pero sé que aún me queda amor por dar y recibir. Y que un perro ahorra mucho en psiquiatras...

Os quiero.

El horizonte

Belleza redentora

Belleza redentora

Pero, despues de todo, tanto da que sean o dejen de ser. Me reconcilio con la vida y recuerdo qué es lo importante: la vida y todas sus bellezas.

Este pajarillo, un carbonero común, lleva dos días peleándose consigo mismo. Le supongo macho, por la belleza de su colorido y por que está a la gresca con su imágen en el espejo del coche.

La competencia de los machos en época de celo es así, abrumadoramente vital y violenta. El pobre pajarillo se mira, revolotea, picotea a su enemigo.

Es, casi, como nosotros: llevamos el enemigo puesto como una segunda piel. Nos peleamos con nosotros mismos, sin llegar nunca a una victoria real y duradera.

Estoy a la caza de imágenes que me permitan extasiarme de esta belleza pequeña, simple, maravillosa. Estoy deseosa de ver explotar la primavera, con o sin lluvia...

Y la foto es mía, que conste...

No nevada

No nevada

Así estaba esta tarde la Pinilla. Apenas unos rastros de nieve, apenas una capa de blancor casi transparente.

Frodo ha correteado en el pinar que hay sobre la ermita de Hontanares. A P., aunque lo niegue, le sienta muy bien Frodo a su lado. Y es que este perro mío es un buen perro para un buen hombre. Y P. es un hombretón, al que un caniche, como que no...

Hemos ido a comer y a recordad a mi padre, a ese republicano y anticlerical que el tiempo me ha permitido entender de otra manera. Tal vez ese tiempo que me ha hecho olvidar todo lo malo que tenía y me deja el poso de lo bueno, de lo que quiero recordar.

Gracias a él, a mi padre, Frodo puede corretear por el pinar, a mi lado. Mi fascinación por los pastores alemanes viene de él y las historias que me contaba de su Pinky. Ya he hablado de ello, pero hoy, mire ud. por donde, me apetece volver a hablar de él y de sus historias de los lobos que bajaban al matadero del pueblo, a por los despojos en el crudo invierno de principios de siglo, cuando nevaba de verdad y durante varios meses.

Esas historias sobre la avioneta que aterrizaba en el Rasero y la diligencia que subía penosamente el puerto de Somosierra para llegar, horas después, a Madrid. El Madrid chulesco y tópico de antes de la guerra, de Vistillas y modistillas.

¡Que de historias se perdieron cuando murió! Algunas permanecerán en mi hasta que yo me vaya.

Morimos sólo cuando nos olvidan. ¡Mecachis...!

 

La Pinilla, sin apenas nieve, pero es que era verano. Basta ver el prado verde y hermoso a sus pies.

Cajita

Cajita

Hoy amanecí con tristeza. Qué le voy a hacer.

Y algunas veces esa tristeza de la que no puedo desembarazarme con un buen desayuno y permanece más allá de ese tiempo que me doy para despejarme, me hace entrar en un estado de actividad poco frecuente en mí. Y me pongo a limpiar la casa. Estas son unas de tantas actividades caseras que odio:planchar, barrer, fregar, quitar el polvo, ordenar.... En fin, todo aquello para lo que se supone que estamos más preparadas las mujeres. Lo malo de mi tristeza, no sé si necesaria o innecesaria, que se dice en el Habitat, es que en esa vorágine de mover y colocar bibelots varios, hoy me he tropezado con una cajita de barro, rectangular, ingenua, creo haberos hablado ya de ella. Una manualidad más de alguno de mis hijos. El problema ha venido cuando he intentando ponerle nombre a las manos artesanas que la hicieron en la escuela para regalarsela a su mamá, hace muchos años.

No puedo recordar de cual de los tres es. Y eso me ha generado más tristeza. Una parte de su infancia se ha perdido. Esa parte que sólo ellos me podrán decir, si es que se acuerdan de quién la hizo.

He ido guardando recuerdos escolares a lo largo de muchos años, no sólo de mis hijos, también de mis alumnos. A veces tienen nombre y fecha, pero, la mayoría de las veces no hay ningún dato que los identifique.  ¿Qué hacer con ellos?

Son pequeños recordatorias de vidas ajenas y de mi propia vida, que se van difuminando en el tiempo, perdiendo parte de su significado. Me acercan el pasado de una forma tan difusa que me causan, aún, más tristeza innecesaria.

Eso debe ser, que el tiempo quiere hacerme ya olvidar las cosas viejas, pero no me proporciona cosas nuevas para recurdar... ¿o sí?

Es más lo que quedó detrás que lo que tengo por delante. Es una pesimista y pésima reflexión, que con broma y sonrisa por medio, me hicieron ayer en el pueblo. ¡Que verdad más asquerosa y cierta...!

Esa cajita me seguirá recordando que dentro de ella cabe toda una vida, auque cada vez sea menos lo que recuerde de ella. Malo será el día (espero no llegar a velo) en que la mire y no sepa lo que es ese trozo de barro en forma de cajita, con su tapaderita y todo, que ha sobrevivido mudanzas, rabos alegres de perros y tropezones con el plumero...

La palabra

La palabra

Recuerdo con mucha nostalgia las largas tardes de conversación pausada. La palabra casi inaudible que discurre en el atardecer. Palabra de conocimiento o de confidencia, según el estado de ánimo. Palabra de deseo y pasión o de mero entretenimiento.

Y mientras la palabra fluye, la piel se roza, sin apenas despertar en el otro más allá de un simple deseo de seguir con la caricia inocente.

A veces el recuerdo de una tarde en particular me hace pensar en lo mentirosos que son los recuerdos. En ese afán de la mente por hacer más bello aún lo que en su momento fue hermoso. Y recrear un momento que nunca volverá a repetirse, por más que las imágenes desfilen dentro de mí, acompañadas por la música del coche, por el roce del viento en el rostro y por los colores que llenaron en su momento los ojos de infinitos matices de verdes y azules.

A veces el recuerdo se hace lágrima. A veces quisiera no haber acumulado tanta belleza, para no tener ahora recuerdos tan intensos de lo que fue y no será.

A veces quisiera no haber amado, pero lo hice y eso si que no quiero olvidarlo. Por más que duela el recuerdo hasta el tuetáno del hueso y el fondo del alma.

Farah, una tarde de verano...

Del azul del mar

Del azul del mar

Del azul del mar

y del verde olivar,

del amarillo girasol

y del gris pedregal.

De los infinitos colores

que mis ojos ven

si con alguno me he de quedar,

que sea con el azul del mar.

Dejo los rojos para pasión ajena,

los verdes a la esperanza de otros,

los amarillos doy a la madurez del trigo

y con los violetas visto

las  silvestres flores.

Yo me quedo, como siempre,

con el azul del mar.

 

 

Abrazo

Abrazo

Abrazo a mi hijo a los pocos minutos de empezar el año. Hemos tomado las uvas, grandes, negras y dulces.

Le abrazo con fuerza, sintiendo su dolor,  su soledad.

Uno ese cuerpo grande y fuerte a mi menudencia, a mis años y mi alma dolorida.

Somos dos soledades unidas en el amor.

Una música alegre nos envuleve. Y el fuego de la chimenea nos ilumina. 

Mis otros amores están lejos, repartiendo sus abrazos y sus besos con otras personas. Yo me quedo con él, con mi triste y solitario hijo. Y le deso una mujer a la que pueda abrazar el año que viene. Una mujer que le ame tanto como él es capaz de amar. Me dice, sonriendo con esa ternura que me derrumba, que ya me tiene a mí.

Pero no es lo mismo.

A mí me tendrá siempre, pero no es suficiente.

Y yo... Bueno, yo soy otra historia.

El año comienza igual que el pasado y, si nada lo remedia, pasará como pasó el anterior. Tal vez sea mejor así, pocos sobresaltos, un lento discurrir del tiempo...

Aunque para sentirnos vivos los dos, lo sé, necesitariamos amor, mucho amor... además del que nos damos mutuamente.

Espero que él lo encuentre en este año.

Yo..., yo soy otra historia.

Klim, el pintor preferido de mi hijo: La satisfacción.

Pretérito imperfecto

Pretérito imperfecto

A veces pienso en lo que pudo no haber sido.  No suelo imaginar lo que podría haber sido, eso no tiene sentido. Pero me intriga que habría sido de mí si no hubiese hecho, dicho o pensado como lo he hecho hasta ahora.

Ayer vi "Entre vivr y soñar". Me pareció una película menor, sencilla, tranquila. Pero me hizo recordar aquel primer amor, idealizado hasta el extremo. Un amor platónico, casi infantil. No llegamos a hablar jamás, pero nos veíamos todos los días, en clase. Yo era tan ingenua entonces como ahora, pero además estaba mediatizada por una rigurosa educación católica. Comenzaba a despertar a la vida de los adultos, pero aún me faltaban unos pocos años para  saber  diferenciar amor de atracción. Aquel muchacho era bello, literalmente hermoso. Y de esa belleza me quedé prendida. Años despues leí en un periódico provincial una noticia de sucesos escabrosos y oscuros. Y hablaba de él. Su vida había dado un giro tan violento que acabó con sus huesos en la cárcel.

Nuestra vida depende de lo que hacemos y de lo que no hacemos. Depende de un hilo de seda que se puede quebrar en cualquier momento. No creo en las casualidades, pero creo que lo que nos tenga que pasar nos pasará. Y no importa las decisiones que tomemos. En eso soy muy determinista. Como soy escéptica, no por naturaleza sino por experiencia. Lo poco o lo mucho que he vivido, me ha enseñado a no creer en casi nada. No me planteo la bondad o maldad de tal afirmación, simplemente la acepto.

Dicen que nos labramos el futuro. Yo creo que nos damos cabezazos contra el presente. Y la mollera se nos va endureciendo. Así aprendemos y nos amoldamos y aceptamos. Así sobrevivimos como podemos, sin hacernos ya daño con vanas esperanzas.

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Ya tengo el rosa pálido de las flores de almendro al otro lado de mis ventanas. Esa visión hermosa de los almendros me recuerda que tengo pendiente regresar al valle del Jertes, para ver el Monasterio de Guadalupe, que me lo "salté" la única vez que pisé esa tierra tan bella y olvidada. Espero que este año nos libremos de las heladas tardías y que los almedros den su fruto.

Van Gogh y su maravillosa visón japonesa.

Silencios

Silencios

Hay silencios que duelen.  Silencios que se prolongan sin que nada los rompa.

A veces una palabra basta, pero otras ni un discurso apacigua.

Las tardes en que miro absorta el almendro desnudo son las más silenciosas.

Luego un ladrido irrumpe en mi mente y despierto.

El almendro sigue desnudo, pero yo he vuelto.

Y necesito hablar y no puedo. Me he llenado de tantos fantasmas que debo hacer sitio a la vida.

Hay tardes en que permito que el silencio se adueñe de la casa.

La mirada más allá, en un pasado lejano, en un paraje vacio.

Y las ausencias se hacen recuerdos vanos.

Luego un ladrido rompe el hilo de mis pensamientos y vuelvo...

A veces me resulta triste sentir, que con tanto amor, solo un ladrido me haga saber que sigo aquí.

Otras  veces, lo reconozco, un ladrido me hace feliz.  

Mínimo

Mínimo

DESEO

Un pensamiento, como un chispazo de luz, salió de su mente:

- Hace mucho tiempo que no siento nada. Tal vez esté muerto.

El pensamiento atravesó su cuerpo, la madera, la tierra compactada y la piedra pulida y fría. Fue a caer sobre un narciso, que en esos momentos se contemplaba en un charco de lluvia. Se mezcló con el sentimiento orgásmico de la plata y regresó por el mismo camino. Y una vez dentro del cuerpo al que pertenecía sufrió un espasmo placentero y, por fin, se relajó totalmente.