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casiazul

17 de julio

17 de julio

Hoy, 17 de julio, es el cumpleaños de dos personas a las que conozco un poco y de las que desconozco mucho.

Una es un muchacho pelirrojo, ya entrando casi en los 30, supongo. Un niño que fue tan especial para mí como lo pueda ser cualquier otro, pero que por su forma de ser, por su corazón enorme y sus nervios acelerados, me enseñaron que el amor tiene muchas formas de presentarse.

Quise a ese alumno como pocas veces he querido a un niño que no haya sido mi hijo.

La otra persona es un buen amigo, del que hace tiempo no se nada o casi nada, salvo vagas referencias de amigos comunes. Pero sé de su cumpleaños porque coincide con el de mi alumno pelirrojo. Él está entrando en los 70, asi que media entre ellos "toda una vida", que yo me pasaría con ellos...

Los recuerdos tienen esta manía de no alejarse demasiado de mí. Los recuerdos me van invadiendo cada día un poco más. Cuanto más vivo, mas materia para los sueños tengo. Mas carnaza para el sentimentalismo barato que me aqueja ultimamente...

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Mañana tambien cumple años, en el recuerdo, mi padre.

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Y entonces voy y me ofrezco para hacer un campamento de verano con los niños del pueblo. Un campamento casero, en el colegio. ¡No tengo escarmiento!

Pensándolo fríamente, el problema que tengo encima es serio: no puedo dejar a los niños, son mi droga, como los perros. Así que la idea de estar con ellos unas semanas más no me dasagradó en su momento. Y ahora la actividad es tan lúdica, tan agradecida, que ellos disfrutan y yo más.  Es la traca final, los fuegos artificiales del final de la fiesta, del final del año, del final... Con esta pequeña "espantada" lo dejo, definitivamente.

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Estoy segura de que si miro en otros meses de julio, en otros años, esta entrada se habrá repetido más de una vez, pero no voy a hacerlo.

La vida se forma con muchas pequeñas rutinas. Recordar estos días  de "cumplevidas" es una más. Rutinas como las que me hacen levantarme todos los días y moverme por el espacio sin tropezar. El tiempo que dedico a los perros, a las personas, a todos menos a mí...

Tendré que empezar a soportarme, me temo...

 

La pequeña Arwen, el año pasado, por estas fechas, más o menos, llegó a casa. Ahora es una cachorrona ingobernable, hiperactiva, como mi pelirrojo... ¡Cosas que pasan!

 

 

 

 

 

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