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Tópico de semana santa

Tópico de semana santa

Lo que es la vida. Hace unos años sabíamos que en viernes santo no había periódicos ni pan, como el uno de enero. Esta mañana, que mire usted por donde, me he despertado en Zaragoza, en el segundo paseo que ha dado con Frodo, he descubierto dos panaderías y una charcutería abierta en la galería comercial. Y la prensa disponible en la papelería...

Paseando por el puente de Santiago nos hemos cruzado con varios nazarenos, penitentes, hermanos y capuchones... Tienen tantos nombres como cofradías hay. Esta es la ciudad donde los ensayos comienzan por febrero, a orillas del río, al otro lado del Pilar. Los tambores, desde el más pequeño al más grande, retumban frente a las aguas siempre marrones o verdes del Ebro.

La lluvia nos ha calado durante casi toda la mañana. Frodo no está acostumbrado a estar encerrado en una casa tan pequeña. Decíamos que o bien el piso es pequeño o el perro demasiado grande. Pueden ser las dos cosas juntas. Desde luego si viviesemos en un espacio tan reducido, sería un martirio para él y para mí. Pero aquí estamos sólo de paso, por dos noches.

No me gusta está ciudad, como casi ninguna. Pero ésta en especial. Su clima me aterra, no soporto su humedad fría y ventosa y su calor húmedo y axfisiante. El cierzo me trastoca, como buen viento local.

Le reconozco su belleza, su historia, los paseos calmos por el centro cuando el aire es aire y no ventolera feroz. Se come bien y se tapea mejor. Y hay un bar de copas dedicado a Van Gogh, que descubrí hace años y al que vuelvo cada vez que vengo por estos pagos, siempre con el miedo de que ya lo hayan cerrado.

El mal tiempo nos tiene encerrados en la casa. Menos mal que mañana por la tarde estaré en mi jardín...

Este viaje ha sido una pequeña obligación, un favor realizado con mucho amor. Pero... mi jardín es mi paraíso. Y el retorno será alegre.

Voy a intentar colgar una foto, pero llevo dos entradas sin conseguirlo. A lo mejor tengo que emigrar a otro sitio para conseguirlo...

Vamos allá...

 

2 comentarios

La dama -

Pues si son estirados, haberlos mojado a ellos, para ver si el agua les sacaba alguna arruga...
Si es que hay sitios donde el cliente es lo de menos aunque vivan de él.
Lautrec suena bien...

María -

En Gijón siempre voy a un local que se llama el Lautrec. Creo que donde yo me siento te gustaría. En Zaragoza no he estado. Y a mi hoy me ha cogido un ventoral. Cuando caminaba por una playa. Uff que aguas dejé luego en un bar. Me miraron como si fuera un perro. Estirados que son :)

Abrazos Dama