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Sombras veraniegas

Sombras veraniegas

Paso las tardes leyendo en el jardín. Sentada bajo la sombra de los paraísos.

Estos árboles tienen un hernoso nombre pero no se ajusta al trabajo que dan a lo largo del año. Hay que andar rastrillando sus hojas durante toda la temporada de floración. Y en otoño la cosa se intensifica.

Este verano me estoy resarciendo de la sequía de los últimos meses en cuanto a  lecturas. Voy mezclando cosas ligeras, como Corazón de tinta, con algo de historia, filosofía para tontos y comics de adultos (influencias de mi asesor particular).

Urko y Farah suelen acompañarme, pues Frodo tiene la mala costumbre de no dejarme leer y de manchar los libros o interrumpir mis lecturas con piedras enormes que pone en mi regazo para que se las lance. Con él es imposible centrarse...

Tengo pendiente salir un par de días, pero tampoco es algo que me preocupe en exceso si no puedo hacerlo.

Ahora que mis vástagos andan por el mundo a su aíre, yo me quedo tranquilamente sentada bajo una sombra. Tal vez añore esos largos viajes por los paisajes desconocidos que aún podría ver. Pero ya no existe el apremio de salir .

No entiendo ese deseo casi enfermizo de ir a una playa atiborrada de gente, en la que las sillas invaden la zona húmeda. Ese afán de moverse sorteando a otras mil personas y esquivar cientos de pelotitas... Supongo que el hecho de vivr tan alejada de la ciudad y sus neuras algo tendrán que ver con ello.

La pasada semana disfruté de la gran ciudad y sus museos. La Castellana vacía, ¿hay algo más gratificante que la gran ciudad casi vacía, lista para que la mires en perspectiva?

Leía en facebook el comentario de una de mis hijas relativo al Pirineo y me trajo recuerdos de largos veranos bajo la sombra de los pinos y los servales. Ella hablaba de veranos que nuca parecían tener fin, de los veranos de su infancia.

Haberles dado esos veranos infinitos, esos recuerdos placenteros, bien merece la pena lo trabajoso que nos resultaba cargar con tres niños, dos tiendas de campaña y un montón de trastos campistas para pasar diez días en el valle de Ansó y luego, a finales de agosto, una semana en Soria.

Luego, cuando nuestros huesos no soportaban más el suelo y los colchones inflables, optamos por las casitas de alquiler en los campings. Más tarde... más tarde ya no hizo falta sacarlos. Salían por su cuenta...

La sombra de los paraísos me cobija en las tardes de lectura y perros. La sombra protectora de los buenos recuerdos...  

La imagen es del valle de Zuriza, lugar de nuestras vacaciones illi tempore...

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