El jardín japonés

Él la contemplaba tumbada en el sofá. Al cabo de una eternidad la llamó suavemente, pero ella no respondió. Tenía los ojos semicerrados y decidió ir a buscarla. Se lanzó al interior de sus ojos, como quien se lanza al mar en un día tranquilo. La buscó entre las arenas de solitarias playas, atravesó océanos, subió altas montañas y recorrió desfiladeros serpenteantes. Siguió sus pasos por ciudades vacías y oscuras y por pueblecitos bulliciosos y coloridos. Por fin la descubrió, acurrucada bajo un cerezo en flor, cubierta de pétalos rosas, en un luminoso valle japonés. La contempló largamente y regresó por el mismo camino, sin hacer ningún ruido. La tapó con una manta de color azul cielo y pasó largas horas velando su sueño, hasta que ella regresó. En su pelo tenía pétalos rosados, en sus ojos se veía el brillo del sol poniente y en su boca, el sabor del aire puro. Todas las tardes la contemplaba tumbada en el sofá y sentía un inmenso amor. Él no sabía desprenderse de la realidad. Por eso la amaba tanto, por eso la necesitaba tanto. Por eso quería entrar en sus ojos cuando dormía y marchar en su busca a lugares imposibles.
3 comentarios
Berenice -
El amor es lo que tiene, te hace decir y pensar cosas que la razón no puede llegar a entender.
Te agradezco mucho que hayas comentado el texto.
Curiosamente la persona amada en su momento, que lo leyó, no lo entendió. Y me dolió mucho...
En el fondo si no se comparte el sentimiento no se comparte nada...
Un beso enorme.
Ayla -
Saludos
Mon -
Tu relato también me hizo pensar en la existencia de maneras (y maneras) de compartir.
Compartimos sin ser muy concientes de lo que estamos dando, o el otro viene y simplemente toma lo que de nosotras necesita, y a cambio da lo que tiene... o mejor dicho lo que quiere... y no está mal, creo son verdaderamente muy pocas las veces en las que damos "lo que tenemos", como que siempre nos quedamos con un resto, con un poquito, pero con un poquito valioso que nos reservamos vaya una a saber para quién o para cuándo.
"El no sabía desprenderse de la realidad"... whow qué frase, te juro que me pegó hondo...
Es muy rico tu relato, y a lo mejor caigo en un lugar común, pero me sale decir que basta con estarse quieto para ir en busca de lugares imposibles :)
un beso, aquí llueve...