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Descanso

Descanso

Despues de dos años he vuelto a las Tablas de Daimiel. Seguían prácticamente secas. Mantienen unas zonas innundadas para los pocos animales que se dejan ver al atrardecer.

Llegué a media tarde, cuando el sol comienza su descenso. Los turistas regresaban de sus rutas y yo la comenzaba. ¡Siempre a contracorriente! Paseé lentamente sobre las viejas maderas y miré las aguas estancadas, los lodazales y los infinitos carrizales. Cuando ya se ponía el sol los pájaros, los patos y las personas comenzamos a recogernos. Una algarabía de voces, de cantos, un ruido de hojas secas aplastadas bajo las patas delicadas de los que hacían su cama para pasar la noche entre los carrizos y los juncos. Sobre el cielo rojizo unos grupos de garzas negras regresaban, con sus flechas de vuelo, sombras negras estilizadas y coreográficas en el cielo. Fue una sensación de paz, de felicidad. Las aves planeaban sobre mi cabeza, muy por encima, haciendo circulos amplios, hasta que se alejaban  para descender a sus zonas de descanso.

Conseguí la paz interna que necesitaba, como las Tablas necesitan lluvias intensas para recuperase... Ojala llueva mucho este otoño, para que la primavera vuelva a traernos un manto de agua y vida.

 

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