Silencios

Hay silencios que duelen. Silencios que se prolongan sin que nada los rompa.
A veces una palabra basta, pero otras ni un discurso apacigua.
Las tardes en que miro absorta el almendro desnudo son las más silenciosas.
Luego un ladrido irrumpe en mi mente y despierto.
El almendro sigue desnudo, pero yo he vuelto.
Y necesito hablar y no puedo. Me he llenado de tantos fantasmas que debo hacer sitio a la vida.
Hay tardes en que permito que el silencio se adueñe de la casa.
La mirada más allá, en un pasado lejano, en un paraje vacio.
Y las ausencias se hacen recuerdos vanos.
Luego un ladrido rompe el hilo de mis pensamientos y vuelvo...
A veces me resulta triste sentir, que con tanto amor, solo un ladrido me haga saber que sigo aquí.
Otras veces, lo reconozco, un ladrido me hace feliz.
1 comentario
pau -
Nos engañamos, supongo, o es que nunca estamos satisfechos y buscamos lo que creemos que podríamos tener o hemos perdido; cuando ni lo uno ni lo otro es del todo cierto.