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casiazul

Final

Final

Tengo hoy a Comino, la pequeña yorkshire de mi buen amigo E. Esta es su última noche. Mañana la llevaré al veterinario para que la duerma definitivamente.

Apenas ha soportado quince días desde la muerte de su compañera, Copito, una caniche que murió en brazos de su dueño cuando la llevaba al veterinario para ver que le pasaba.

A las dos les ha ganado el tiempo la partida.

E. no puede con su pena y yo me traeré a Cominito para enterrarla tras las perreras, en el pequeño agujero que tengo preparado desde hace una semana.

Es apenas  un  esqueleto,  le quedan unos pelos ralos ahí donde lucía un precioso pelo negro y fuego. Ciega y sorda ya, se acerca a las piernas y se me queda dormida en cuanto la cojo y la acurruco en mi regazo.

Pese a su lamentable estado, algo asombroso nos ha regalado. Nada más llegar a casa se ha puesto a recorrerla con sus pasitos cortos e inseguros. Y ha intentado comer la seca comida de Farah. El instinto vital, supongo que es eso. Ese aferrarse a la vida cuando ya apenas le quedan fuerzas para moverse.  Seguir su instinto de supervivencia aún cuando el cuerpo ya no le responde.

Mañana Comino dormirá tranquilamente. No tendrá que luchar por una vida que se le escapa en cada minuto que pasa.

Nos queda un pobre consuelo, al menos no sufre. Se está apagando como una vela agotada, despacio, sin estridencias.

Ha vivido quince años. Quince largos y felices perrunos años.

Ahora duerme tranquila en su transportín, junto a la chimenea.

Mi pequeña y fuerte Comino hace honor a su nombre.

 

Un pequeño comino...

1 comentario

pau -

A veces los perros tienen más suerte que los hombres. Cuando sufren y ya nada puede hacerse, alguien evita su dolor y no debe dar cuentas a nadie, solo a sí mismo y a su amor.