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casiazul

Viajar

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Para poder salir de casa unos días debo tirar de amigos, familiares y monedero. Es lo que tiene tanto campañía perruna.

Debo repartirlos de a uno o de a dos y llevarme alguno, lo que me obliga a buscar alojamientos que admitan chuchos.

Inconvenientes, me dicen, de tener tantos bichos. Y me recomiendan que me deshaga de algunos.

Entonces es cuando se me revuelven las tripas. Me piden que eliga entre individuos independientes, con sus caractéres, sus manías y sus costumbres.

Tengo seis, y cada uno de ellos tiene su personalidad y me aporta diferentes cosas. ¿A cual descarto?

Frodo es mi "niño" tontorrón, grande, hermoso, un orgullo de perro pastor.

Roma es la más inteligente de todas, la que podría haber sacado "estudios" de guarda y defensa sin problemas.

Farah es la más anciana, fiel, vigilante, con arranques de juguetona y con la tranquilidad de quien se sabe casi perfecta.

Menta es la más joven, una pastora en proceso de ser madre, juguetona, cachora, aún desaliñada en sus movimientos.

 Urko es el inquilino que venía con la casa. Feo y hermoso a la vez, tranquilo en casa y un huracán en la calle. Me mira con ojos de pena perruna y me habla a su modo cuando regreso.

Patxi II, el hiperactivo Un tornado dentro y fuera de la casa, una sombra negra como la noche que se lanza a mí como si no me hubiese visto en meses... Todo un problema de comportamiento y amor desmedido.

Visto así, ¿A cual me quitaría de en medio? A todos los he elegido yo (o ellos a mí, que nunca se sabe) y con todos se ha establecido una relación diferente. La convivencia no es fácil por los problemas de dominancia, pero lo vamos solventando día a día. ¿Al problemático, al feo, al tontorrón, a la anciana, a la jefa busca broncas o a la cachorra?

Cada uno me aporta algo diferente y en esa riqueza de comportamientos es donde encuentro una fuente de reflexión y tranquilidad a la vez.

Ahora que me voy unos días, a pasear entre románico y valles norteños, sé que les echaré de menos y que tendré ganas de volver a casa para juntarlos de nuevo. Son una droga, lo reconozco. Una droga de vitalidad que me ayuda mucho a superar mis neuras... que no son pocas.

Por eso no me deshago de ninguno. Son mi manada y de la familia no se reniega, a pesar de los trabajos y los disgustos que me proporcionan de vez en cuando.

En la foto Roma (gris, al fondo), Frodo  y Menta (negro y fuego) y una de las cachorritas de Roma mirando  y aprendiendo de sus mayores, que ya no está en casa)

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