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casiazul

Lloviendo tristemente

Lloviendo tristemente

Hace unos años, no demasiados, este viernes era el más triste de todo el año. La religión imponía su escenificación más fúnebre y doliente de la liturgia.

Hoy en día se ha perdido buena paarte del significado. Salvo los creyentes-practicantes, el resto del personal sólo sabe que son vacaciones, que hay procesiones y que se atascará la carretera cuando vuelvan el lunes...

Este viernes paseo con Farah y Menta. Y en el camino, como en una procesión de esas que se hacían antiguamente dentro de las iglesias, la que iba rezando las "estaciones" colgadas por las paredes de la nave principal, hasta llegar a catorce paradas, paso frente a portones donde perros más o menos escandalosos nos van saludando o amenazando, según su estado de ánimo o su ferocidad.

Pero hay un perro, un precioso pastor alemán encerrado tras una de esas cancelas, que simplemente nos mira con tristeza a través de su pequeña ventana al mundo. Una ventana que se limita al tamaño necesario para dejar meter una mano para abrir el pestillo de la puerta. A través de ese hueco sólo puedo verle los ojos y el morro. Le miro y le saludo poniendo todo el afecto que puedo en la voz. Acerco mi mano para que pueda olerme. Él se limita a mirarme, con una mirada tan apagada que me estremece el corazón y me revuelve el estómago.

El perro está bien alimentado y anda suelto por la parcela. En teoría no es un caso de maltrato. En la realidad es un caso de abandono cruel y lamentable. Supongo que vienen a darle de comer y se marchan, pues pocas veces veo movimiento en esa casa. Y cada vez que paseo con los perros y me acerco a saludarle siempre es igual. Una tristeza infinita se asoma al agujero en la puerta de hierro. Llevo tiempo mirándo el estado del animal y dándole un poco de cariño en la distancia que nos impone su encierro.

Los perros sufren depresiones, nadie lo puede negar. Éste, que ni ganas de ladrar tiene, hoy, el viernes más triste del año, bajo la lluvia que cae a ratos con cierta melancolía, es uno de esos perros que lleva la tristeza metida en la mirada y en el corazón.

La foto: otra triste historia de otro perro triste...

2 comentarios

La dama -

Así es, Pau. Lo malo es cuando un hombre conquista el corazón de un perro. Lo hace para siempre. Y casi siempre el perro acaba defraudado. En su caso el dolor es mayor, porque para el perro ese será el único afecto de su vida... el único ser al que será fiel toda su vida, auque acaba abandonado y encerrado. Nunca olvidará el ser en el que puso toda su confianza y al que se entregó sin dudar y por toda su corta vida.

pau -

Los perros saben cómo conquistar nuestra alma