Blogia
casiazul

Lacitos

Lacitos

Ayer fui a recoger los regalos, para familia y amigos varios. Como no me gusta comprar, ya sabeís, un día me acerqué a la tienda, elegí todo lo que necesitaba (libros, discos, pelis...) y los dejé "apartados".  Esta forma de comprar me resulta muy cómoda. Voy cuando no hay jaleo, elijo con tiempo lo que pienso que a cada uno le va a gustar más, y lo dejó allí (confianza con el tendero...) Luego, cuando ya queda poco tiempo para el evento voy a pagarlo y se acabó.

Pero, como siempre, algo se te olvida. Y ahí empiezan mis problemas. Tengo que ir de nuevo, a lo concreto, pero de nuevo, a la tienda.

Ayer tuve que ir a tres diferentes. Y vi unas colas raquíticas en las cajas, si es que las había. Poca gente, para ser el sábado que era... No me estraña que anden todos del revés, los comerciantes, los empresarios y el gobierno. Pero si la gente no compra, tal vez sea por que reservan el dinero para pagar la hipoteca, la comida, la ropa, el coche... ¿no?

Algo me dío ayer que pensar:  la ausencia de lacitos, campanitas, y pompones... Es decir, esos pequeños adornos que se ponen en los envoltorios de los regalos.

Los sucesores del señor Areces tenían un cuidado especial en la presentación de los regalos. El año pasado era una gozada ver como te lo presentaban. Pero este año, nada de nada. Y eso que estuve en dos centros diferentes. Me tocó comprar cintas y lacitos a mí, para que la cosa no quede tan fría.

Y hablando de frio, ¡que frio es regalar dinero! Útil, eso sí. En las tiendas tienes tarjetas que tú rellenas con dinero X.  Te ahorras pensar en el destinatario.

Pierdes el interés de abrir el sobrecito. La ilusión del ¿qué será? se evapora.  Me parece que se nos olvidan las personas y valoramos el regalo.

Yo sólo lo he hecho cuando me lo han pedido, que conste.

Pero me gusta pensar en el destinatario antes, durante y despues del proceso de regalar.

Y como me gusta mucho el personaje, os deseo ¡Feliz Poconavidad!  

 

0 comentarios