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Rapsodas

Rapsodas

Voy, por curiosidad y por primera vez, a un recital poético en el casino de la capital.

¡Qué decimonónica resulta la palabra casino!

Es un homenaje a Miguel Hernández.

Contrasentidos de la vida.

Lo digo por que cuando pregunto por la afiliación política de los rapsodas me confirman que son de más allá de la derecha. Como buenos contertulios de un casino de provincias.

Los asistentes no llegamos a cuarenta personas, mujeres la mayoría, señoras de bien, casi ancianas algunas. Vestidas para el evento (y yo con estos pelos)

Los rapsodas, maduros hombres todos ellos, ninguno baja de los cincuenta. Algunos duchos en las palabras teatralizadas, componentes de un ya vetusto grupo teatral, que allá por los setenta hacía sus pinitos en el teatro Moderno de la ciudad... otros simples aficionados a la poesía y, me dicen, algún poeta en ciernes.

Sin embargo me da por pensar que tal vez hayan descubierto, por fin, que la buena literatura nada tiene que ver con las ideas políticas. Pero no me quedo tranquila, no puede ser. Más bien creo que se han apuntado un tanto por aquello del centenario de su nacimiento. ¿Se les puede haber olvidado que murió en "su cárcel", por sus ideales comunistas, por su lucha contra los que ahora le recitan?

Escucho sus declamaciones y me conmueven algunos de sus versos más conocidos. Saben, un par de ellos, subir y bajar el tono de voz, dar el dramatismo adecuado a las palabras enardecidas de pasión y dolor.

Lo reconozco, uno de ellos me ha llevado más allá de la simple escucha y me ha hecho vibrar de emoción.

La noche era lluviosa y el regreso después de la cena pesado, pero mereció la pena. Y me quedo con el comentario de P, mi compañero en esa noche desapacible:

-Si no hubiese sido en honor a Miguel Hernández, habría venido más gente.

¡Luego sí, tengo razón! ¡Algunas cosas no cambian!

Ilustración infantil del "Silbo del dale", poema que hago aprender a mis alumnos...

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