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casiazul

El perro que miraba las estrellas

El perro que miraba las estrellas

Si me tuviese que quedar con una imagen, sólo con una, de él, sería la que formamos los dos en las suaves noches de verano. Si alguien nos mirase desde la puerta vería dos sombras a contra luz. Una cabeza canosa y casi siempre despeinada y una pequeña cabeza con dos orejas colgantes, terminadas en unos pelajos ondulados. Una mujer y un perro mirando las estrellas...

Estamos sentados en las escaleras que dan paso a nuestro hogar.  Los grillos nos amenizan los minutos últimos antes de irnos a la cama. Es una rutina que llevamos tiempo haciendo. Una mirada lenta a las estrellas. Cuando fumaba era el momento del último cigarro del día. Este verano ya no ha sido el momento de ese cigarro que tanto echo de menos sino el momento en que mi pequeño Urko y yo contemplábamos las estrellas.

Se sentaba a mi lado, casi siempre a mi izquierda. Me empujaba en el antebrazo para que lo levantase y le abrazase. Y así, con mi brazo sobre su rechoncha espalda, nuestras dos cabezas muy cercanas y nuestros ojos fijos en el cielo es como pasábamos los oscuros minutos antes de irnos juntos a dormir.

Supongo que miraba hacia arriba para averiguar que me llamaba tanto la atención de ese espacio vacío y negro que teníamos enfrente.

Llevo cuatro días sin hacerlo. No me siento en la escalera, no tengo fuerzas para hacerlo. Él ya no está conmigo. Subió, en un sueño, a una de esas estrellas que brillan en el cielo perruno. Porque hay un cielo para los perros, al igual que hay un cielo para los inocentes.

Su cuerpo descansa junto a la pequeña Comino, la perrita de mi amigo E. El hombre lo recogió de la calle y le dio una casa, comida y un poco de amor. Luego yo compré la casa y Urko se quedó conmigo, y le seguí dando comida y más amor. Él, a cambio, me dió montones de agujeros en la cerca, algún que otro disgusto por su instinto cazador y muchas, muchas miradas tristes de sus ojazos marrones. También me dió su amor incondicional.

In memoriam.

2 comentarios

Youssarian -

Me gusto ese texto, soy estudiante universitario me gustan los animales y la naturaleza, me preguntaba si podia haber problemas en cuanto al titulo. Yo estoy escribiendo novelas, y una de ellas, despues de mucho pensar, decidi llamarlo como el titulo de tu texto, no se si me puedes explicar sobre eso >.<

Saludos.

Koldo -

Nadie -que no tenga o haya tenido perro- puede ni imaginarse el dolor que provoca la pérdida de una mascota...
Un compañero de trabajo me contaba -por teléfono- lo que le supuso el año pasado perder a su loro (o jilguero o canario... o algo así, que ya no lo recuerdo): lo estaba pasando tan mal, que no tuve claro, hasta el final, que me estaba hablando en serio; pensaba que me lo decía de broma... ¡Un pájaro...! Pues no, no era broma alguna: lo estaba pasando fatal...
Y no parece comparable la empatía que tienes con él (y él contigo) de un perro... con ¡un pájaro...! Pero, por lo que vi, existe algo muy primordial y primigenio con lo que se siente por un animal de compañía...
Lo siento mucho por ti, amiga mía.