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Sintra

Sintra

He pasado dos días en Sintra, un pequeño y precioso pueblo portugués, patrimonio de la humanidad según la Unesco.

La verdad es que es un sitio muy bonito, demasiado turístico, con unas cuestas tremendas y palacios, palacetes y caserones impresionantes.

De hecho he dormido en un palacete de principios del siglo XX reconvertido, con poco acierto, es vedad, en casa rural.

El entorno tiene una serie de palacios de la época del romanticismo portugués. Palacios eclécticos en su estructura, con grandes influencias orientales, medievales y renacentistas. Todo un coctel de arte imitado.

Me dejó sorprendida la vegetación atlántica, con begonias enromes, tan gallegas ellas, palmeras, pinos, eucaliptos, abetos y un sin fin de pequeñas plantas cargadas de flores que prosperan gracias a la humedad del mar, que se adentra en el interios de la punta de la nariz del mapa. Y el mar, tan fascinante como siempre, a tan sólo 12 kms. De hecho lo veíamos desde lo alto de la colina sobre la que se asienta el palacio da Pena, uno de los edificios más singulares que haya visto jamás.

Se nos han quedado muchas cosas por ver en la zona, lo que nos hace pensar en regresar el año que viene, con un par de días más por delante, para patearnos Lisbos capital, que entusiasmó a mi peque y para bajar al Algarve, mi próxima meta.

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La muerte de Urko sigue estándo presente, minuto a minuto. Y como me ha dicho mi vecina C. jamás se me olvidará. Tiene razón. Nuestros muertos, personas o animales queridos, no se olvidan. Por lo que nunca terminan de morir para nosotros. Yo recuerdo a mis perros muertos o dejados en manos ajenas. Y recuerdo muertos allegados y no tan allegados que han pasado por mi vida. Y también recuerdo muertos en vida, esos que se han alejado de mí vivitos y coleando, pero que para el caso, muertos están.

No sé cuales me duelen más, si los reales o los metafóricos. Y aunque parezca que a estos ultimos los puedes recuperar en algún momento, no es cierto. Cuando alguién muere dentro de tí, por más vivo que esté, ya solo forma parte de los cadáveres esquisitos que conservamos en nuestra memoria.

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Septiembre comenzó con una muerte. Espero que vaya mejorando con los días, como un racimo de uvas maduras. Eso o la putrefacción de los granos en la parra al final de mes. Y servir de alimento a los pájaros y los insectoe, que tampoco es un mal final para una fruta.

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Septiembre es el principio del año para mí. Así que me deseo un año, al menos, tan bueno como el anterior en cuanto a ciertas facetas vitales. Las otras, que sea lo que el destino tenga escrito para mí... ¡Qué remedio!

 

Palacio da Pena, Sintra. Portugal

 

1 comentario

Koldo -

¿Probaste los "traveseiros"? Es un dulce que sólo tienen en Sintra. Algunos somos ciertamente golosos...
¡Me encanta Portugal! Tengo pendiente de re-visitar Oporto ("Porto", se llama allí). Incluso estoy viendo la posibilidad de hacer un crucero... ¡por el Duero! (¡qué Nilo, ni qué Nilo... teniendo los ibéricos nuestro "Douro" de toda la vida...!)