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La palabra

La palabra

Recuerdo con mucha nostalgia las largas tardes de conversación pausada. La palabra casi inaudible que discurre en el atardecer. Palabra de conocimiento o de confidencia, según el estado de ánimo. Palabra de deseo y pasión o de mero entretenimiento.

Y mientras la palabra fluye, la piel se roza, sin apenas despertar en el otro más allá de un simple deseo de seguir con la caricia inocente.

A veces el recuerdo de una tarde en particular me hace pensar en lo mentirosos que son los recuerdos. En ese afán de la mente por hacer más bello aún lo que en su momento fue hermoso. Y recrear un momento que nunca volverá a repetirse, por más que las imágenes desfilen dentro de mí, acompañadas por la música del coche, por el roce del viento en el rostro y por los colores que llenaron en su momento los ojos de infinitos matices de verdes y azules.

A veces el recuerdo se hace lágrima. A veces quisiera no haber acumulado tanta belleza, para no tener ahora recuerdos tan intensos de lo que fue y no será.

A veces quisiera no haber amado, pero lo hice y eso si que no quiero olvidarlo. Por más que duela el recuerdo hasta el tuetáno del hueso y el fondo del alma.

Farah, una tarde de verano...

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