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Madre

Madre

Tengo a mis hijos desperdigados por la geografía del mapa. Uno en Zaragoza, otra en  Robledo de Chavela y la otra aquí, cerca de mí. Habíamos planeado comer , al menos las niñas y yo, hoy, pero la muerte del abuelo de un yerno nos ha cambiado los planes de una hora para otra.

Cuando los hijos se emparejan ya no dependen de sus deseos hacia ti, sino de los compromisos que adquieren respecto a los otros. Y es comprensible. La flexibilidad hace que las cosas funcionen.

Madre no hay más que una, dicen. Pero a veces el destino te juega malas pasadas. Es un mito eso de que todas las madres son buenas. Las hay con muy poco instinto maternal, ¡que le vamos a hacer! La mía es un ejemplo de ello. En compensación yo me paso de maternal... Y los extremos no suelen ser buenos, lo sé.

Fromm, en su "arte de amar", explica de forma sencilla y certera, los distintos tipos de amor, con sus ventajas e inconvenientes. Y al amor maternal lo clasifica de "incondicional" El amor que no espera recompensa.

Así es como amo yo a mis hijos. Con sinceridad, no espero nada de ellos. No les he inculcado obligaciones hacia mí. Si me quieren, que sea por que se lo pide el corazón. Nada de lazos de sangre o obligación paterno-filial. Nada de compromisos ficticios... Tal vez por eso, cuando me dan algo (inmaterial, preferiblemente) me siento recompensada.

A la contra, ella esperaba todo de mí, la rendición total. Y como no lo ha conseguido su decepción es total. Son dos formas contrapuestas de vivir la maternidad. No juzgo ninguna de las dos. Simplemente las vivo. La una como una pesada carga, la otra como un encuentro feliz con la vida. De nuevo la ley de la compensación universal...

Doy importancia al valor de los gestos y a la buena educación. Si en eso no me he equivocado educando a mis hijos (el tiempo lo dirá) mi labor estará bien realizada.

Hoy comeré con la que queda "libre". Ayer me abrazó con ternura al regalarme un ramo de flores. ¿Qué más quiero?

 

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