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casiazul

De bodas

De bodas

De bodas y bautizos y comuniones viven las tiendas de moda estos días.

Me sorprende como aguanta la gente estas situaciónes tan delirante.

Una boda por "todo lo alto", con trescientos y pico invitados... comuniones en mayo y mucho vestido de fiesta y ridículos tocados, que te dan ganas de multar a las damas por su mal gusto.

La verdad, no entiendo a qué este regreso al seno de la santa madre iglesia, salvo que se deba a los ligeros signos de cristianización que se dan en ciertas televisones (en otras el asunto es ya descarado).

Hoy me ha hecho gracia la noticia de que el papa de Roma ha pedido cordura y mesura en los gastos que generan estas fiestas "familiares", que acaban siendo la ruina de la familia.

Lo que me recuerda una peli de Kent Loach (¿se escribe así?) sobre el tema, delirante y real como la vida misma.

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Y llueve lo que no ha llovido en todo el invierno. Mi chimenea está ardiendo aún y llega mayo con sus florecitas. Los abejarucos comienzan a hipnotizarme con su belleza y un mirlo despistado andaba esta mañana comiendo mosquitos por los hierbajos de la parte alta del jardín.

Farah ladra feliz cuando salimos y los niños se la juegan por el camino con sus bicicletas. La crisis a traido a más vecinos de lo habitual. Este verano estaremos llenos de vecinos, ya lo veo venir.

Y yo, que no ando muy espabilada, miro el gris ceniciento del cielo y leo... siempre leo...

 

Uno más

Uno más

Hay un tiempo en los que el reloj, en una se sus vueltas, cae en una hora determinada: siempre la misma de ayer a estas horas...

Hace 58 años, hace toda una vida, me puse en camino.

Para llegar hasta aquí. Hasta este punto exacto en el tiempo y el espacio...

En el camino, a veces sólo el azul del cielo me ha bastado para ser feliz.

Otras veces he necesitado de lo posible y lo imposible para serlo. No siempre se consigue, como bien sabéis.

He compartido mi corazón y mi alma y mi cuerpo con los amores de mi vida.

He tenido la suerte de amar y ser amada.

Y, aunque a veces me puede la tristeza, me levanto y vuelvo. Y miro y amo...

No sé a donde voy ya, ni lo que quiero a estas alturas. Casi nunca he sabido nada de nadie, ni de mí misma. Muchas veces no he querido saber. De eso seré juzgada, estoy convencida. De pasar de puntillas por algunas cosas.

He preferido ignorar para no sufrir. Aún así no me han dejado sola y muchas veces, sin embargo, me he sentido demasiado sola. Y he sufrido sin querer.

Pero he compartido el amor, las buenas comidas, los bellos paisajes, el arte, la literatura, la música, el amor a los animales y a los seres más irracionales del mundo: los hombres y las mujeres.

Hoy me siento un poco menos sabia que ayer, pues raramente consigo aprender algo. Pero intento que no se note... Prefiero no saber... Prefiero amar.

Puedo decir que he tenido una buena vida, con sus altibajos. Y que de aquí a la eternidad ya me queda menos camino por recorrer.

No sé en cuantas piedras tropezaré y cuantas veces me caeré.

Pero sé que aún me queda amor por dar y recibir. Y que un perro ahorra mucho en psiquiatras...

Os quiero.

El horizonte

Lloviendo tristemente

Lloviendo tristemente

Hace unos años, no demasiados, este viernes era el más triste de todo el año. La religión imponía su escenificación más fúnebre y doliente de la liturgia.

Hoy en día se ha perdido buena paarte del significado. Salvo los creyentes-practicantes, el resto del personal sólo sabe que son vacaciones, que hay procesiones y que se atascará la carretera cuando vuelvan el lunes...

Este viernes paseo con Farah y Menta. Y en el camino, como en una procesión de esas que se hacían antiguamente dentro de las iglesias, la que iba rezando las "estaciones" colgadas por las paredes de la nave principal, hasta llegar a catorce paradas, paso frente a portones donde perros más o menos escandalosos nos van saludando o amenazando, según su estado de ánimo o su ferocidad.

Pero hay un perro, un precioso pastor alemán encerrado tras una de esas cancelas, que simplemente nos mira con tristeza a través de su pequeña ventana al mundo. Una ventana que se limita al tamaño necesario para dejar meter una mano para abrir el pestillo de la puerta. A través de ese hueco sólo puedo verle los ojos y el morro. Le miro y le saludo poniendo todo el afecto que puedo en la voz. Acerco mi mano para que pueda olerme. Él se limita a mirarme, con una mirada tan apagada que me estremece el corazón y me revuelve el estómago.

El perro está bien alimentado y anda suelto por la parcela. En teoría no es un caso de maltrato. En la realidad es un caso de abandono cruel y lamentable. Supongo que vienen a darle de comer y se marchan, pues pocas veces veo movimiento en esa casa. Y cada vez que paseo con los perros y me acerco a saludarle siempre es igual. Una tristeza infinita se asoma al agujero en la puerta de hierro. Llevo tiempo mirándo el estado del animal y dándole un poco de cariño en la distancia que nos impone su encierro.

Los perros sufren depresiones, nadie lo puede negar. Éste, que ni ganas de ladrar tiene, hoy, el viernes más triste del año, bajo la lluvia que cae a ratos con cierta melancolía, es uno de esos perros que lleva la tristeza metida en la mirada y en el corazón.

La foto: otra triste historia de otro perro triste...

Belleza redentora

Belleza redentora

Pero, despues de todo, tanto da que sean o dejen de ser. Me reconcilio con la vida y recuerdo qué es lo importante: la vida y todas sus bellezas.

Este pajarillo, un carbonero común, lleva dos días peleándose consigo mismo. Le supongo macho, por la belleza de su colorido y por que está a la gresca con su imágen en el espejo del coche.

La competencia de los machos en época de celo es así, abrumadoramente vital y violenta. El pobre pajarillo se mira, revolotea, picotea a su enemigo.

Es, casi, como nosotros: llevamos el enemigo puesto como una segunda piel. Nos peleamos con nosotros mismos, sin llegar nunca a una victoria real y duradera.

Estoy a la caza de imágenes que me permitan extasiarme de esta belleza pequeña, simple, maravillosa. Estoy deseosa de ver explotar la primavera, con o sin lluvia...

Y la foto es mía, que conste...

Lo uno lleva a lo otro

Lo uno lleva a lo otro

No sé si el compadreo llega a esos extremos, pero a veces las cosas no suceden porque sí, sino por que no...

Me explico.

Me han aumentado el límite de la visa sin yo pedirlo. Verían que malamente mantenía a raya los gastos y los pagos ultimamente. Lo que presupone que un currito ha estado haciéndome las cuentas a escondidas o las estadísticas han hecho saltar alguna alarma. Lo que sea. La cuestión es que amablemente me han facilitado el credito en el mejor (es una ironía, que conste) momento: justo cuando me acaban de bajar otra vez el sueldo. ¿Será que el señor amable del banco sabía ya que iba a necesitar un poco más de dinero por lo que me iban a quitar los del otro lado? ¿Necesitan aumentar mis números rojos para cobrarme más intereses y aumentar sus propias ganancias? ¿Se habrán puesto de acuerdo para hacerlo a la limón el banquero y el político de turno?  Es que soy muy mal pensada, lo sé.

Sí, esta vez ha sido la sra Cospe la encargada de quedarse con casi cien euritos de nada de mi nómina y de la de unos cuantos miles de maestros más. ¿Cuantos millones de ahorro supondrán estas bajadas unilaterales y a traición de sueldos? Porque de los suyos no se oye nada, oiga ud... Y, lo que es más importante, ¿a qué van a destinar lo que me quitan a mí? ¿A quién va a beneficiar ese dineral que tan alegremente parece ser que nos pueden retirar de la nómina sin que le pase nada a nadie, salvo a nosotros?

¿Será para reforzar las ayudas a los parados? ¿Para ampliar los servicios sociales a los más desfavorecidos? ¿O será para sanear aún más las golosas cuentas de los bancos y los jugosos sueldos de los políticos?

No quisiera ser mal pensada (otra vez), pero me sospecho que será para lo de los banquero y los políticos. El resto son gastos poco rentables, ¿no?

Bueno, pues que eso,  a esperar lo siguiente... que ya se sabe que las desgracias nunca vienen solas. Y que los políticos mienten más que hablan... Y que los demás acabaremos haciendo buena esa frase tan vieja, gloriosa y certera  que dice que además de puta, no me pagan y pongo la cama... Uds sabran disculpar mi enfado y mis malos modos...

A todo esto, ¿para qué me disculpo? ¿A quién escribo sino a mí misma...?

Como decían en una peli, en esa peli: ¡Ay, qué penita me doy! (Dedicado a mi ex, que lo dice con mas salero que yo...)

 

Al viejo estilo

Al viejo estilo

Buscando el tiempo, la nieve que intuyo pero no llega, buscando, en fin, un avance para viajar sin sustos, me encuentro con una noticia de lo más simpática: las buenas maneras, lo que antes se llamaba urbanidad, lo que de siempre ha sido cuestión de educación, se ha transformado en normativa municipal de un pequeño pueblo alcarreño.

Hombre, el alcalde es de IU, no sé si eso querrá decir algo, pero desde luego tiene todos mis respetos y mi admiración. En estos tiempos nos hace falta mucha, mucha educación. Para no mandar a la m... a la mitad de la humanidad... o hacerlo lo más educadamente posible.

Felicidades, sr, Alcalde.

http://www.rtve.es/noticias/20120316/ni-chismorrear-ni-regoldar-son-algunos-habitos-toba-lleva-ordenanzas/507803.shtml

 

No nevada

No nevada

Así estaba esta tarde la Pinilla. Apenas unos rastros de nieve, apenas una capa de blancor casi transparente.

Frodo ha correteado en el pinar que hay sobre la ermita de Hontanares. A P., aunque lo niegue, le sienta muy bien Frodo a su lado. Y es que este perro mío es un buen perro para un buen hombre. Y P. es un hombretón, al que un caniche, como que no...

Hemos ido a comer y a recordad a mi padre, a ese republicano y anticlerical que el tiempo me ha permitido entender de otra manera. Tal vez ese tiempo que me ha hecho olvidar todo lo malo que tenía y me deja el poso de lo bueno, de lo que quiero recordar.

Gracias a él, a mi padre, Frodo puede corretear por el pinar, a mi lado. Mi fascinación por los pastores alemanes viene de él y las historias que me contaba de su Pinky. Ya he hablado de ello, pero hoy, mire ud. por donde, me apetece volver a hablar de él y de sus historias de los lobos que bajaban al matadero del pueblo, a por los despojos en el crudo invierno de principios de siglo, cuando nevaba de verdad y durante varios meses.

Esas historias sobre la avioneta que aterrizaba en el Rasero y la diligencia que subía penosamente el puerto de Somosierra para llegar, horas después, a Madrid. El Madrid chulesco y tópico de antes de la guerra, de Vistillas y modistillas.

¡Que de historias se perdieron cuando murió! Algunas permanecerán en mi hasta que yo me vaya.

Morimos sólo cuando nos olvidan. ¡Mecachis...!

 

La Pinilla, sin apenas nieve, pero es que era verano. Basta ver el prado verde y hermoso a sus pies.

Llegó

Llegó

Así, un lunes por la mañana llegó el despido para J.

La cuestión es que uno más no importa, siempre y cuando ese uno no sea un allegado que está a punto de casarse con tu hija. Entonces la cosa cambia.

Comienzas a darle vueltas a la cosa. ¿Por qué a él? ¿Por qué ahora? ¿Cómo se las van a apañar con la hipoteca? ¿Y cómo les ayudo yo si casi no llego a lo mío? Y.... y así hasta el aburrimiento.

Hata que te cansas de darle vueltas al asunto y decides que les vas a ayudar en lo que puedas y que ya saldremos y que son malos tiempos, pero que todo pasa y que lo nuestro es pasar haciendo caminos. Y por encima del camino está el azul del cielo, que podemos verlo todos los días y que dice Koldo que la esperanza está ahí, a la vuelta de la esquina, que sólo tenemos que mirar bien y bonito para verla...

Si, quiero tener esperanza y quiero traspasársela a mi peque, que la necesita más que yo, que para eso está en el primer tercio de su vida y yo en el último...

Y quisiera ser tan positiva como se pueda ser, pero como que a veces me derrumbo. Y veo retroceder las aguas y abrirse el mar y dejar al descubierto un camino valdío, seco y pedregoso por el que transitar hasta llegar a la otra orilla para continuar, durante cuarenta años por el desierto... Eso sí, sin maná.

Asquito de crisis...

Va por ud., amigo Koldo.

Retranca

Retranca

O tomadura de pelo, tanto da.

Me convocan a reunirme en el recreo con mis compañeros para protestar por los recortes. ¡Tenga ud. sindicatos para esto! Para que me tomen el pelo y me entretengan con cartas y comunicados y carteles y seudomanifestaciones y concentraciones y... Eso sí, todo ello fuera del horario de trabajo, no vaya a ser que nadie acuda y se queden todos ellos con el culo al aire. Que hasta hace poco les tomabamos en serio, pero de un tiempo acá, no les cree ni el Tato.

Y los demás, a lo nuestro, a no perder ni un día de trabajo. Me comenta R., una mujer enrome, simpática y con un poco de mala suerte desde hace algún tiempo, que la están contratando los fines de semana, en jornada de doce horas. Eso no estaría mal, si no fuese porque la empresa que la contrata ha despedido a doce personas de las de toda la vida y ahora anda contratando (sin contrato) a otras seis, para hacer "horas". Nada de antigüedad, vacaciones o paro... La pobre me dice que lo que es una desgracia para unos es una suerte para otros.

Me entra una especie de angustia vital y ganas de estrangular a alguien. Y me viene al recuerdo lo de esquirol... Pero ella no es un esquirol, es una mujer que se mata a trabajar para ahorrar un poco de dinero que la permita sobrevivir cuando se le acabe lo que tiene ahora. No tiene tiempo ni para pasear a sus perros y debe convivir con su ex, porque a casi un año de separarse no puede, ninguno de los dos, irse del hogar familiar.

Esto es lo que hay, me dice. Y yo la veo sonreir, feliz de tener por fin un trabajo, aunque sea en régimen de semiesclavitud...

Loados sean los votantes, Europa y la madre que nos parió en España en lugar de en Grecia, que entonces estaríamos peor ¿o no?

 

El amor de mi hijo hecho gata. 

Gris perla

Gris perla

Sigue el cielo amenazando nieve, pero ni por esas. Nada de blanco siberiano, sólo un viento frío y cortante como el hielo, se adentra en el abrigo y la bufanda y los guantes y los jerseís, y los pantalones y las botas y la ropa interior y en los huesos...

Me hizo pensar, el paseo que dimos ayer, bajo el sol y rodeadas de viento por los cuatro costados, en las penurias de los millones de soldados que intentaron, en su momento, avanzar hacia Moscú. ¿Cuantos murieron a manos del Padre Invierno? Millones también, estoy segura. Supongo que en eso se basaba la defensa de Moscú, allá en los tiempos en que los ejercitos se movían a golpe de pie de hombre y herradura de caballería.

Y también pensé en las bellezas que había visto en el museo del Prado, recién traidas del Hermitage. De esas riquezas por las que se movian esos ejercitos en la antigüedad. Esos tesoros que cargaban de codicia el corazón de los hombres. Oro, piedras preciosas, perlas, grises como el cielo que miro ahora mismo por la ventana. Esa ambición, parte de prestigio y parte de burdo deseo de posesión de oro, oro, oro...

Todos esos hombres sedientos de poder y riqueza no han muerto. Están aquí, reencarnados de nuevo. Como están reencarnados los miserables que murieron por darles a ellos el poder y la gloria. Los trabajadores de minas y los transportadores de desgracias ajenas.

Me extasío ante tanta belleza, ante tanto poder, ante tanta riqueza. Y, claro, es inevitable en mí, me hago la eterna pregunta: ¿Cuanta miseria se podría resolver con la venta de una sola de estas magníficas piezas de orfebrería y orgullo mundano?

Me da igual que pertenezca a un museo que a un capitoste rico o a las santas madres iglesias. ¡Si se pudieran vender a otro rico para emplear ese dinero negro y sucio en algo límpido y hermoso...!

¡Tanta belleza, tan inútil! Si hasta la cabeza coronada de un caballo es tan rica que con el adorno de su frente daríamos de comer años y años a unos cuantos de nuestros pobres...  ¿Vale más ese caballo que esos hombres?

En fin, sé que es una disquisición tan fútil como el sexo para los ángeles. Pero es que este día tan gris se me hace más triste si pienso en esos seres que mueren de frío ahí fuera (animales y hombres, bestias al fin y al cabo) y yo, aquí, junto a mi chimenea no puedo dejar de pensar en la belleza más extrema y el frío más intenso. Tendré que hacerme mirar esto mío, que no me deja disfrutar ni del calor ni del arte... ¡Mal me veo, Mateo! 

Nevada de hace 7 años en Pastrana. ¡No está mal!

Escamada

Escamada

Más bien desescamada... Ando, como las serpientes, perdiendo la piel a capas pequeñitas, casi a escamas. Me dan veinte y algunas razones más por las que me ha atacado, inmisericorde, la psoriasis, a estas alturas. Principalmente en las manos, lo que además de doloroso es bastante desagradable de ver. De momento sólo es el la palma, por lo que normalmente está oculto ese pequeño mapa en relieve en que se ha convertido mi piel ahora, con sus curvas de nivel a la vista: una capa, otra, otra, hasta llegar a la rosada capa más próxima a la carne. Esa se agrieta de vez en cuando y entonces la heridita está servida.

Pienso en lo frágil que es esta piel nuestra, que nos aisla del mundo exterior de forma tan perfecta. Una serie de capas de finísimas células, contienen, como dique bien construido, líquidos y músculos, la vida entera en una red casi transparente.

Es cierto que nos acordamos de nuestros órganos cuando nos duelen. ¡Y tan cierto! Y para que no me duela la piel me tengo que tomar un "ligero" veneno para el higado, con su antído en días alternos... ¡Como avanza la medicina! Me da un poco de grima empezar a tomar este supuesto remedio que me va a quemar el higado. Por más que tenga el antídoto a mano...

Así que cada vez me parezco más a una serpiente: cambio de piel y si me muerdo me enveneno...

Ja, ja, ja, pero no le vo la gracia por ningún lado...

Y como no soporto a las serpientes, he buscado esta preciosidad de réptil con patas, que me resulta más simpático. (Es que eso de andar sin patas por el mundo, me da un "no se qué" de mucho cuidado)

Y el mundo sigue girando, sin saber a donde nos lleva. Menos mal que aún hay posibilidad de soñar, pero eso lo dejo para otro día...

Cajita

Cajita

Hoy amanecí con tristeza. Qué le voy a hacer.

Y algunas veces esa tristeza de la que no puedo desembarazarme con un buen desayuno y permanece más allá de ese tiempo que me doy para despejarme, me hace entrar en un estado de actividad poco frecuente en mí. Y me pongo a limpiar la casa. Estas son unas de tantas actividades caseras que odio:planchar, barrer, fregar, quitar el polvo, ordenar.... En fin, todo aquello para lo que se supone que estamos más preparadas las mujeres. Lo malo de mi tristeza, no sé si necesaria o innecesaria, que se dice en el Habitat, es que en esa vorágine de mover y colocar bibelots varios, hoy me he tropezado con una cajita de barro, rectangular, ingenua, creo haberos hablado ya de ella. Una manualidad más de alguno de mis hijos. El problema ha venido cuando he intentando ponerle nombre a las manos artesanas que la hicieron en la escuela para regalarsela a su mamá, hace muchos años.

No puedo recordar de cual de los tres es. Y eso me ha generado más tristeza. Una parte de su infancia se ha perdido. Esa parte que sólo ellos me podrán decir, si es que se acuerdan de quién la hizo.

He ido guardando recuerdos escolares a lo largo de muchos años, no sólo de mis hijos, también de mis alumnos. A veces tienen nombre y fecha, pero, la mayoría de las veces no hay ningún dato que los identifique.  ¿Qué hacer con ellos?

Son pequeños recordatorias de vidas ajenas y de mi propia vida, que se van difuminando en el tiempo, perdiendo parte de su significado. Me acercan el pasado de una forma tan difusa que me causan, aún, más tristeza innecesaria.

Eso debe ser, que el tiempo quiere hacerme ya olvidar las cosas viejas, pero no me proporciona cosas nuevas para recurdar... ¿o sí?

Es más lo que quedó detrás que lo que tengo por delante. Es una pesimista y pésima reflexión, que con broma y sonrisa por medio, me hicieron ayer en el pueblo. ¡Que verdad más asquerosa y cierta...!

Esa cajita me seguirá recordando que dentro de ella cabe toda una vida, auque cada vez sea menos lo que recuerde de ella. Malo será el día (espero no llegar a velo) en que la mire y no sepa lo que es ese trozo de barro en forma de cajita, con su tapaderita y todo, que ha sobrevivido mudanzas, rabos alegres de perros y tropezones con el plumero...

Cuando no se quiere ver

Cuando no se quiere ver

Anda mi amigo E. ciego. Van taitantas veces que rompe con su pareja. Lo malo es que su salud se va resintiendo.

Ha pasado unos días en casa, haciendo casi un ejercicio de desintoxicación y muchas horas de charla inutil. Han bastado dos días para que, al volver a verla, haya caído de nuevo en sus redes.

No es que a mí me importe mucho lo que haga o deje de hacer. Es un adulto que debería saber lo que se hace. Pero no lo sabe. Está ciego de "amor" y soledad. Más bien, diría yo, está ciego de todo lo que no sea ella y su capacidad de manipulación, y con un feo síndrome de hombre maltratado. Si es verdad todo lo que me ha contado, y no tengo por que dudar de él, le tiene atrapado en una telaraña de esas de viuda negra. Da igual que le haya dicho las verdades del barquero y que haya intentado hacerle ver lo evidente para mí y para un par de personas más, que coinciden con mis palabras casi literalmente. Personas que le tenemos mucho afecto y nos preocupamos en distintos grados por él, incluida su psicóloga...

Pero E. está ciego, de esa ceguera enfermiza que pone un  túpido velo a la realidad. La ceguera más cruel, la del que no quiere ver.

Solo espero que se le caiga el velo antes de que tengamos una desgracia, que por lo que me cuenta, un día leo de él en la prensa negra, así van caminando las cosas...

En fin, que en estos días en que amenaza nieve, pero no cae, E. amenaza con hundirse en un mar turbulento sin que los demás podamos hacerle ver la costa salvadora.

Balance

Balance

Ha sido generoso el año. Me ha regalado "Todo Mafalda", un taco así de gordo con todas las tiras de la pequeña filósofa argentina.

Siempre, desde que la conocí, me ha fascinado esa pequeña de lacito sobre pelo negro, tan humana que nos deja a los demás a la altura del betún.

También me han regalado, con vistas a septiembre del próximo año, unas entradas especiales para otros argentinos geniales: Les Luthiers y su nuevo espectáculo.

Así que enfilo el nuevo año con fuerzas renovadas. Y una ilusión que no me esperaba: estrenaremos colegio en enero o febrero, a más tardar. Un colegio nuevecito, recién terminado. Con su pequeño despacho de director, su almacen chiquitito, su arenero chiquitito y sus servicios chiquititios.  Y recalco lo de chiquito porque es un cole hecho a la mediad del pueblo y su población. Tres aulas, una de ellas convertible en dos, al poder dividirse y que hará las funciones de sala de usos multiples.... ¡Qué bien suena! Dos profes y 16 alumnos y todo el espacio del que no hemos podido disfrutar hasta ahora. Con su alarma contra incendios y anti robos, con sus persianas de lo más modernas y un patio que abarca el frontón del pueblo si queremos. ¡Un lujo, vamos!

Así que ya me veo decorando, colocando y disfrutando de un entrono casi idílico y muy seguro para los peques.

No se como irá todo lo demás, pero el balance del próximo año puede ser bastante positivo.

¡Ah, el de este año...! No, ese no pienso hacerlo. Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario... Al pasado, que le den...

(Positiva me ando, ya ven, a ver lo que me dura...)

Un besazo a todos y todas. ¡Hasta el año que viene!

Se libró

Se libró

Un año más, mi Farah se ha librado de la Lehismanionsis. Los achaques de la vejez van asomando a su agudo morro y a su cara en forma de canas y cataratas. Pero es una perra tan buena y tan feliz que da gusto mirarla. Algún problemilla en el bazo, un poco más grande de lo normal, pero de momento tenemos unos meses de tranquilidad.

Farah se entusiasma cuando nos preparamos para salir. Salta en pequeños brincos, ladra escandalosamenta y me lleva hasta la caja de las correas cuando sabe que me preparo para sacarlas. Sin embargo no dice ni pio cuando me ve salir de casa con el bolso y las llaves del coche en la mano. Lo sabe, sabe que no es su momento. No es más que observación, lo sé y ella saca la conclusión más lógica. Pero me encanta pensar que ellos son más listos que yo. Viven el día a día, el minuto a minuto. Tumbados al sol frío del invierno calientan su costillar con el mismo placer y deleite que yo tengo cuando me doy un capricho gastronómico o literario.

La semana que viene llevaré a Menta para que le saquen sangre y estaré dos o tres días en vilo... Ella no lo piensa, pero yo estoy ya en el futuro. ¡No aprendo de su día a día, ya lo sé...!

Recortando, que es gerundio

Recortando, que es gerundio

Vienen las rebajas, pero no en los recibos ni en la gasolina o los impuestos. No, vienen a mi sueldo, que en enero baja otro 3%, eso si más tarde no deciden que un poco más. Me dicen que de forma "coyuntural". Pues puestos así le diré al del banco que me baje la hipoteca de "forma coyuntural" hasta que pase la crisis, ¿no?

Y coyunturalmente hablando trabajaré el 3% menos, ¿no? Total, para lo que se valora mi trabajo...

En fin, que vienen mal dadas, pero que siempre nos dan a los mismos...

Y yo con estos pelos.

Compromiso

Compromiso

Nunca me he tomado en serio esto de la política. Nunca me ha preocupado demasiado la marcha de la política y de los políticos o de los sindicatos. Pero, mire ud. por donde, esta vez me he metido hasta el cuello en esto que los griegos inventaron hace muchos, muchos años y aún sigue medio funcionando, la política.

La cuestión es que ha sido tan decepcionante ver como se ha ido yendo al carajo la diferenciación entre una política de derechas y otra de izquierdas y cómo se van perdiendo avances sociales alcanzados a lo largo de muchos años, que por fin me he lanzado a posicionarme (a la vejez viruelas).

Y no lo hago por mí, que maldita la necesidad que tengo yo de que me miren y me pregunten por algo que me trae al pairo. Lo hago, tal vez egoístamente, por mis hijos. Y eso que a mís hijos les resbala más que a mí la política (de tal palo tal astilla y para lo que sirve influir como madre...) Tal vez por eso, por que al final sí importa y tal vez ellos vean que se puede rectificar, al final del camino, y que sí, que hay que pelear por lo que se quiere, aunque esa lucha sea un tanto sui generis.

Por que lo mío tiene delito, aunque creo que es bastante coherente... Me apunté al partido minoritario "Escaños en blanco". Así, por las buenas y después de haber leído lo poco que encontré sobre él. Me gustó la idea de no tener ideología, de no tener más afán que el de eliminar, desde dentro, una formula no demasiado justa y de dar utilidad a mi propio voto en blanco, que he practicado más de una vez. Un partido que niega los paridos y a los políticos, que renuncia a tomar posesión del cargo y a tener una cuenta corriente donde ganar dinero fácil. Un partido que no se ha gastado un duro oficial (perdón, euro) en propaganda ni en fotocopias ni en mítines. Un partido que sólo pretende desaparecer lo antes posible.

Para mí eso es una bicoca, el partido de mis sueños... Ahora a esperar que ningún senador o diputado pueda aparecer amparado en esas siglas... Por dos razones, a saber: por que no consigamos suficientes votos y por que se ha firmado un documento interno en el que los que se presentan se compromenten a no tomar posesión del cargo.

¿Será posible encontrar alguien honrado, después de todo?

Ya se verá...

En fin, que me podeís seguir llamando "pringada" e "idealísta" a voz en grito... No sé, tal vez aquello de la utopía aún pueda ser (ingenua de mí, ¿pero qué digo?)

Y os juro que no he fumado nada, nada, nada... Cosa que no puedo decir de algunos de mis compañeros de listas... ¡ja!

Y un enlace para que me creaís...

http://votoenblancocomputable.org/

La palabra

La palabra

Recuerdo con mucha nostalgia las largas tardes de conversación pausada. La palabra casi inaudible que discurre en el atardecer. Palabra de conocimiento o de confidencia, según el estado de ánimo. Palabra de deseo y pasión o de mero entretenimiento.

Y mientras la palabra fluye, la piel se roza, sin apenas despertar en el otro más allá de un simple deseo de seguir con la caricia inocente.

A veces el recuerdo de una tarde en particular me hace pensar en lo mentirosos que son los recuerdos. En ese afán de la mente por hacer más bello aún lo que en su momento fue hermoso. Y recrear un momento que nunca volverá a repetirse, por más que las imágenes desfilen dentro de mí, acompañadas por la música del coche, por el roce del viento en el rostro y por los colores que llenaron en su momento los ojos de infinitos matices de verdes y azules.

A veces el recuerdo se hace lágrima. A veces quisiera no haber acumulado tanta belleza, para no tener ahora recuerdos tan intensos de lo que fue y no será.

A veces quisiera no haber amado, pero lo hice y eso si que no quiero olvidarlo. Por más que duela el recuerdo hasta el tuetáno del hueso y el fondo del alma.

Farah, una tarde de verano...

Resplandor

Resplandor

Arde el cielo esta tarde. Como otras, solo que esta vez saco la cámara y me guardo esa imagen imprecisa del cielo rojizo.

Leo un precioso texto de un blog que he descubierto y me quedo asombrada de lo bien que se puede escribir en tan poco espacio.

Pasan los días raudos, apenas llego al viernes en un suspiro comenzado el lunes. Me pregunto si esto ya es el final del tiempo, de mi tiempo.

Siempre he oído lo de la relatividad de las cosas y del susodicho tiempo. Esa teoría, bien comprobada, de que el tiempo discurre diferente según lo que estés viviendo en ese momento.

Me vienen a la memoria momentos eternos de apenas unos segundos. Y fracciones enormes de horas en las que apenas se movía el reloj, pese a mis deseos.

Cada vez entiendo menos y cada vez me preocupa más. ¿Me estaré haciendo vieja?

Paso parte de la tarde en casa de una vecina de fin de semana. Me ha invitado a café, cosa poco frecuente en ella, mujer encantadora, pero muy reservada. Y en el salón, sentada en uno de los sofás, una anciana dormita y se despierta al sentirme entrar. Su conversación desilvanada, su voz baja y suave, su sonrisa y la piel blanca, casi transparente, sus ojos de un azul brillante y sus noventa años me dejan un estraño sentimiento cuando me marcho.

Mientras estoy en esa casa enorme, acostumbrada a muchos nietos y más perros aún que yo, la anciana se mueve varias veces, de un sofá a otro, al pasillo y vuelta. Y me pregunto, siempre lo he hecho, como será eso de ser tan anciano y de sobrar de todos los sitios. ¿Qué se pensará en esos momentos? ¿En esas horas interminables en las que ya no puede hacer nada salvo ver pasar las horas en el reloj?

Un enigma que si sigo a este paso de percepción del tiempo, no tardaré en descubrir... Ya lo dice la canción, que veinte años no son nada...

 

 

Queda innaugurado

Queda innaugurado

Eso es, queda innaugurado el otoño, que durará un suspiro para dar paso a un corto pero frío invierno...

Esa es la experiencia de años anteriores. Y visto lo largo que ha resultado este verano, la cosa va por ahí... por el frío intenso pero puntual.

Hoy, por fin, he encendido la chimenea. Llevaba varios días acurrucada en el sofá a ultima hora, tapada con una manta polar, de esas finitas, con la pereza que da levantarse luego.

Y para que la innauguración sea perfecta, el cielo me ha regalado unas gotas de lluvia y un cielo gris. Así da gusto. Veremos a ver lo que me dura la novedad. No tardaré mucho en quejarme de las heladas y lo largas que se van a hacer las tardes en cuanto se cambie al horario de invieno.

Pero bueno, la cosa es así. Las llamas ya bailan en la chimenea su danza hipnótica y el calorcito se va espandiendo por el salón y el pasillo.